Combinamos los saberes ancestrales de la Selva Maya con la ciencia para lograr comunidades y ecosistemas prósperos.
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La Selva Maya y el Arrecife Mesoamericano representan dos joyas ecológicas y culturales de vital importancia en la región. La Selva Maya, ubicada entre Belice, Guatemala y México se extiende sobre aproximadamente 16.3 millones de hectáreas, albergando más de 20 ecosistemas diversos y valiosos sitios arqueológicos. Esta región es indispensable para asegurar la supervivencia de especies en peligro de extinción como el tapir (Tapirus bairdii), el pecarí de labios blancos (Tayassu pecari) y el zopilote rey (Sarcoramphus papa).
La selva además tiene un papel crucial debido a su importancia para la conservación de la biodiversidad y por la función de captación de agua. Comunidades indígenas y ejidales viven de los recursos ecosistémicos que les brinda la Selva Maya: el 23% de la producción apícola de México se produce en esta región y el turismo genera una derrama económica de más de 20 millones de dólares al año.
Por su parte, el Arrecife Mesoamericano se destaca como un ecosistema marino único y frágil. Este arrecife, considerado el segundo más grande del mundo, no solo alberga una rica biodiversidad marina, sino que también es vital para la protección de las costas, el turismo y la industria pesquera.
Selva Maya y Arrecife, más que números
Trabajamos desde hace varias décadas en esta región crucial para Latinoamérica.
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+2,300
especies de flora nativas habitan en la Selva Maya.
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350 km
de arrecifes coralinos que dan refugio a 650 especies de peces.
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50%
de las aves de México viven en esta región y es una zona muy importante para especies migratorias.
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50%
de la población de jaguares (Panthera onca) en México vive en la Selva Maya
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24
humedales designados como sitios RAMSAR por su gran biodiversidad.
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5.1M
de personas habitan en los tres estados mexicanos que comprende esta zona (Yucatán, Quintana Roo y Campeche).
Los retos que enfrentamos
Esta región es afectada por presiones humanas cada vez más preocupantes. Los sistemas agrícolas y ganaderos extensivos y el desarrollo costero e inmobiliario con escasa planificación transforman el paisaje, amenazando la biodiversidad y salud de los suelos.
La Península de Yucatán pierde más de 80.000 hectáreas de bosque cada año debido a la conversión ineficiente a tierras agrícolas y a los incendios forestales. Además, la actividad forestal enfrenta una baja productividad debido a subsidios e inversiones insuficientes.
En cuanto a los esquemas de gobernanza, la Selva Maya enfrenta un desafío social importante: por un lado, el envejecimiento de los ejidatarios hombres (la mayoría tiene entre 40 y 70 años) y la escasa inclusión de las mujeres en la toma de decisiones.
Para enfrentar estos retos, The Nature Conservancy colabora con todos los sectores en la promoción de prácticas sustentables en la agricultura, ganadería y silvicultura, e implementa acciones de conservación basadas en la ciencia.
Nuestros esfuerzos en la Selva Maya buscan crear las condiciones necesarias para que la región deje de ser un foco de deforestación y se consolide como una economía verde que beneficie a las personas y la naturaleza.
En los ecosistemas costeros, la principal amenaza es el crecimiento inmobiliario sin planificación. La construcción de complejos turísticos y viviendas sobre dunas, manglares y llanuras aluviales aumenta la vulnerabilidad climática ante inundaciones.
Lo anterior es agravado por los fenómenos meteorológicos, como huracanes y sequías, que debido al calentamiento global se presentan cada vez con mayor frecuencia y con mayor intensidad, además de que la construcción de vías de comunicación destruye hábitats y bloquea los flujos hidrológicos de los que dependen los humedales costeros.
Para enfrentar estos desafíos, The Nature Conservancy es parte de una alianza con otras organizaciones como el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza (FMCN), Amigos de Sian Ka´an (ASK), Pronatura Península de Yucatán (PPY) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). A través de esta coordinación, trabajamos en una estrategia que aborda: la protección de los ecosistemas prioritarios, la mitigación de las emisiones de carbono y la mejora de los medios de vida sustentables de las comunidades locales y pueblos indígenas.
Nuestra estrategia en este paisaje icónico involucra a comunidades ejidales y productivas, instituciones de investigación, empresas privadas, organizaciones y agencias gubernamentales. Hemos adoptado lo que ha funcionado durante milenios en la Selva Maya e incorporamos tecnología de avanzada y conocimientos científicos para crear prácticas que respondan a nuestros desafíos actuales.
Selva Maya y Arrecife Mesoamericano 2030
Nuestras metas son ambiciosas, pero tenemos la seguridad que trabajando juntos podemos lograrlas.
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1.8
millones de ha de ecosistemas terrestres mejorados y medio millón de ha mejoradas.
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7,200
kilómetros de ríos protegidos para resguardar el agua que asegura la vida.
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2.5
millones de toneladas de gases de efecto invernadero mitigadas.
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50,000
personas con mayores oportunidades económicas sustentables y locales.
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200,000
hectáreas de manglares conservados y 10,000 hectáreas de arrecifes restaurados.
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250,000
hectáreas de tierras comunales conservadas con bosques secos y sabanas que actúan como zonas de amortiguamiento para las áreas costeras.
Nuestra meta al 2030:
En la Península de Yucatán se conservarán y manejarán 4 millones de hectáreas de selvas, 800 kilómetros de humedales, 10 kilómetros de dunas y 7,000 kilómetros de acuíferos y sistemas palustres, manteniendo buena conectividad hidrológica y ecológica, mitigando el cambio climático y beneficiando a 40,000 personas a través de adaptación al cambio climático, mejora de sus medios de vida y participación en la toma de decisiones.
Estrategias en el territorio:
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- Menjo Forestal Comunitario
- Manejo de Abejas
- Gobernanza Comunitaria
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- Áreas Naturales Protegidas (ANP), OMEC y corredores
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- Ganadería Convencional
- Agricultura Industrial
- Agroecosistemas y Pequeños Productores
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- Normatividad Uso de Suelo
- Mitigación de Emisiones de Carbono
- Restauración de Ecosistemas Costeros
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Programa Transversal de Agua Dulce
Protegemos los ecosistemas de agua dulce para que tanto las personas como la naturaleza puedan prosperar. En la región, promovemos políticas, gobernanza local y comunitaria, prácticas agrícolas sostenibles y actividades de conservación. A nivel nacional, impulsamos políticas hídricas inteligentes en términos de clima y Soluciones Basadas en la Naturaleza para la gestión del agua.
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- Promovemos herramientas y capacitación para reducir el impacto de las actividades productivas en términos de agua.
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- Fomentamos la agricultura regenerativa e implementamos sistemas de riego eficientes.
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- Monitoreamos la calidad del agua para entender el impacto de las actividades humanas en las reservas de agua.
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- Hacemos más eficientes las cadenas de valor para mejorar los negocios de los productores a pequeña escala y hacerlos más amigables con el medio ambiente.
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- Diseñamos y lideramos actividades de gobernanza a fin de proporcionar el conocimiento necesario a los grupos comunitarios para tomar mejores decisiones sobre sus tierras y recursos naturales.
La clave para revertir las tendencias de degradación radica en reconstruir una economía forestal próspera, liderada por comunidades locales, que proporcione medios de vida sostenibles y conserve la selva.
Nuestro trabajo se distingue por:
Con comunidades locales y productores, hemos implementado proyectos piloto en ganadería, silvicultura, agricultura y agroforestería, promoviendo un desarrollo sostenible que garantice la conservación de estos ecosistemas vitales para México y Latinoamérica.
En nuestro trabajo con comunidades agrícolas y ganaderas de la Península de Yucatán, hemos visto los beneficios de las prácticas sostenibles que combinan las técnicas ancestrales con la cartografía y la planificación del uso del suelo.
Las pequeñas operaciones agrícolas crecen a la par de los ingresos familiares: el número de vacas por hectárea es cinco veces mayor, la producción de leche se duplicó y el rendimiento de los cultivos incrementó más de un tercio.
Actualmente, estamos ampliando estas prácticas sostenibles a través de las Redes de Innovación Territorial (RITER), que permiten reproducir métodos de manejo de la agricultura y el paisaje que han demostrado impulsar tanto la productividad como la protección de los bosques.
Las redes facilitan el intercambio de conocimientos y buenas prácticas en sistemas de producción sostenible, conectando a los productores con la ciencia, la investigación, los servicios de extensión rural y los mercados.
Hasta la fecha, hemos involucrado en prácticas sostenibles a casi 1.000 productores de 42 comunidades en la Península de Yucatán.
Nuestros logros
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80,500
hectáreas de bosque con manejo forestal mejorado.
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410,000
hectáreas de suelo con impacto evitado.
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35,000
hectáreas de tierras agrícolas con manejo mejorado.
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5,000
personas con medios de vida mejorados.
En el ecosistema costero, contamos con un exitoso programa enfocado en la respuesta post-tormenta que incluye brigadas de rescate, mecanismos financieros, protocolos y un seguro de arrecifes que opera desde 2019. Este modelo se ha replicado en Hawaii, Belice, Honduras, Guatemala y está en proceso en Las Bahamas, Filipinas, Fiji y Solomon Islands.
Además, logramos el involucramiento del sector privado hotelero en restauración de vegetación de dunas y promoción de la producción de plantas, con 200 personas capacitadas y 25 hoteles interesados en implementarlo.
Finalmente, apoyamos la formación de brigadas comunitarias para la restauración de manglares, iniciativa del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV). Esto permitirá la sostenibilidad en la conservación de estos ecosistemas, protegiendo la costa de tormentas y tsunamis, capturando carbono y mejorando la biodiversidad de la región.